jueves, 10 de mayo de 2012

Especial: ¿Qué es el cine de culto?

Entre los aficionados al cine es habitual escuchar el término “film de culto”, pero muy pocas veces nos detenemos a pensar en lo que esto realmente significa y en las características que debe presentar una producción para ser catalogada como tal. Comúnmente, se denomina a un film como de culto cuando este ha adquirido un grupo muy específico de fanáticos. Y es que estas usualmente se caracterizan por escapar de los cánones establecidos por el cine mainstream, ya sea en el ámbito narrativo, técnico o argumental, llegando incluso a ser tildadas en ocasiones como obras controversiales. Por este mismo motivo, estas películas fallan en lograr cierto éxito fuera de su grupo de seguidores. Sin embargo, en ocasiones con el paso del tiempo, algunas de estas producciones logran un cierto reconocimiento masivo, llegando incluso a ser consideradas como verdaderos clásicos del cine. Con el correr de los años, los estudiosos han establecido que son cuatro los elementos cuya compresión es clave para entender a cabalidad el llamado cine de culto. Estos son; Anatomía: que se refiere básicamente al contenido, el estilo y el formato de cada producción; Consumo: hace referencia a como la cinta es recibida por el público y la crítica; Política económica: tiene relación con las políticas de distribución y promoción del estudio encargado de las películas, y los lugares en los cuales esta fue exhibida; y Estatus Cultural: que habla de cómo una determinada película se relaciona con una época y una región establecida. Si bien no es necesario que todos estos elementos se combinen para dar vida a un film de culto, cada uno tiene una especial significancia a la hora de elevar una película a un estatus que la separa del resto.

- La Anatomía de un Film de Culto: Existen algunas características que suelen ser asociadas con mayor frecuencia a las cintas de culto que otras. Una de ellas es la Innovación. Los films de culto frecuentemente contienen un elemento innovador ya sea en el ámbito estético o temático. Esto se debe a que básicamente los realizadores tras estas producciones buscan generar un remezón dentro de un sistema que consideran rígido y conservador. Ejemplos de este tipo de ejercicio rupturista, son las cintas “Un chien andalou” (1928), “Salo” (1975), y “In the Realm of the Senses” (1976). Otra cualidad que suele estar asociada a los films de culto, es su “Mala Calidad”. Curiosamente, algunas películas terminan siendo situadas en esta especie de pedestal cultural únicamente por la ineptitud de sus participantes (directores, actores, músicos, etc.), lo cual atenta directamente con las normas del cine comercial. Sin embargo, esto no significa que todas las películas pobremente realizadas alcanzan el estatus de culto. Para ello, estás cintas deben presentar otras características que sumadas a su ineptitud, las transforman en obras que transcienden en el tiempo (una de estas es que sus defectos se conviertan en virtudes, dotando a estas producciones de un cariz humorístico involuntario). Buenos ejemplos de esto son los films “Reefer Madness” (1934), y “Plan 9 From Outer Space” (1959), entre otras
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La Transgresión por su parte, podría considerarse como un nivel más elevado de innovación. Muchos films de culto han logrado ese estatus porque los elementos que los conforman obliteran cualquier intento de comparación con otras películas. Esto no significa que estas sean mejores o peores que otras producciones, sino que sencillamente son diferentes o únicas si se quiere. De esta forma, los realizadores en su afán por crear una obra trasgresora, ignoran por completo las convenciones clásicas o contemporáneas del cine, incluyendo los aspectos estilísticos, morales o políticos. Ejemplos de esto son las cintas “Eraserhead” (1977), “El Topo” (1970), “The Rocky Horror Picture Show” (1975), y la totalidad de la obra de Kenneth Anger, solo por nombrar algunas. Los films de culto también suelen ser Intertextuales. Invitan a hacer comparaciones y conexiones con otras películas o con otras expresiones culturales. Por ende, esto hace alusión no solo la inclusión de referencias de otras producciones, ya sea en la forma de diálogos, situaciones o cameos, sino que además existe un llamado a reflexionar sobre los mitos, la historia, y los arquetipos de diversas culturas. Dentro de esto último, podemos encontrar cintas como “Blow Up” (1966), “Easy Rider” (1969), y “Videodrome” (1983), las cuales podrían ser fácilmente consideradas como verdaderos testimonios de una época determinada, o como una cruda crítica a las tendencias que terminaron por definir ciertos periodos históricos.

Un elemento esencial de muchas películas que alcanzan el estatus de culto, es su habilidad para apelar a la Nostalgia del espectador, llevándolo a idealizar una época pasada. Mucha de la reputación de culto que posee la cinta “The Sound of Music” (1965), tiene relación con la capacidad que tiene esta para provocar nostalgia por el glamur de los parajes de Austria. Algo similar sucede con los films “Roman Holiday” (1953) y “Don´t Look Now” (1973), que convierten a las ciudades de Roma y Venecia respectivamente, en un personaje más del relato. Esta añoranza por un “mundo pasado” que existe al interior del cine de culto, suele estar ligada a temáticas que incluyen viajes temporales. El encanto especial que presenta este mecanismo narrativo, reside en el hecho de que este desafía la lógica, la cohesión de la narración, y la continuidad temporo-espacial de las historias en las que es utilizado. La simple generación de imágenes que representan el pasado, el futuro, o un presente paralelo de los personajes involucrados, sirven para que el espectador genere especulaciones con respecto a cómo interpretar la historia. Algunas cintas de culto que cumplen este parámetro son “Donnie Darko” (2001), “Back to the Future” (1985), y “It´s a Wonderful Life” (1946). Por último, existe otro aspecto enmarcado dentro de la anatomía de un film que puede elevarlo al estatus de obra culto, y este es el Gore. Una buena porción de películas que se caracterizan por su extrema violencia, la cual logra incomodar al espectador, con el transcurso de los años han sido encasilladas dentro del cine de culto, como por ejemplo “The Texas Chainsaw Massacre” (1974), “Evil Dead” (1982), “Re-Animator” (1985), y “The Thing” (1982), entre otras.


- El Consumo de un Film de Culto: En la mayoría de las ocasiones, una película no se convierte en objeto de culto debido al éxito comercial que obtuvo al momento de su estreno, o a la aceptación de esta por parte de la crítica, sino que su cambio de estatus descansa en la activa participación de un grupo de fanáticos que venera a aquellas producciones que se presentan como respuesta al cine “normal y aburrido”. Para ahondar aún más en el tema, corresponde mencionar que la Celebración Activa es esencial en el “nacimiento” de un film de culto. Y es que como sucede en el cultismo tradicional, el cine de culto involucra rituales de celebración, en los que usualmente un grupo de seguidores establece roles y obligaciones con el fin de recordar una determinada obra y su impacto cultural. Bastante ligado a esto se encuentra la sensación de Comunión y Comunidad que se experimenta en ciertas exhibiciones de cintas de culto. Si bien la gran mayoría de estas exhibiciones son preconcebidas por un grupo de seguidores, en ocasiones se producen expresiones de camaradería espontanea entre los asistentes, que se explica por el sentimiento de pertenencia que estos sienten cuando se ven inmersos al interior de un grupo de personas desconocidas que sorpresivamente comparten sus gustos e intereses.

Algo que la mayoría de los films de culto tienen en común es que estos están ligados a “Experiencias de Vida” de los espectadores. La sensación de haber participado en algo, ya sean festivales, proyecciones nocturnas (las míticas “midnight movies”), o incluso en reuniones de amigos, colaboran a elevar a ciertas cintas al nivel de objetos de culto. Sin lugar a dudas, las circunstancias que rodean el visionado de una película colaboran a que esta sea recordada de forma especial. Por otro lado, el consumo del cine de culto implica un nivel importante de Compromiso. Este no responde sencillamente a una moda pasajera, sino que su estatus se mantiene a través del tiempo, esencialmente porque los seguidores de una determinada cinta de culto, mantienen una actitud de respeto hacia la obra, que los lleva incluso a desafiar cualquier interpretación que se le quiera dar al objeto de su fascinación, que diste de la que ellos ya han preconcebido. En relación a esto, en más de una ocasión se ha sugerido que los consumidores de cine de culto están divididos en dos grandes grupos: unos son los llamados Cinéfilos, quienes básicamente son los espectadores que se enorgullecen de poder dar opiniones expertas en lo que se refiere al tópico del cine. Por lo general, prefieren las películas que los desafíen en algún nivel o que dentro de su temática contengan una suerte de “viaje filosófico” que les otorgue un mayor grado de profundidad. Algunos ejemplos de las películas que atraen a los cinéfilos son: “A Clockwork Orange” (1971), “The Holy Mountain” (1973), y “Fight Club” (1999).


El segundo grupo serian los llamados Aficionados, quienes no solo poseen un conocimiento trivial de un gran número de cintas, sino que además no dudan en demostrar su apreciación por el cine en general. Cinéfilos y aficionados suelen estar ligados al consumo del cine de culto debido a que la forma en cómo afrontan una determinada película, va más allá de la aprobación o la desaprobación de la misma. Por último, existe otra característica que los consumidores del cine de culto suelen presentar, y esta es su afición por construir Cánones Alternativos, que buscan desafiar a los cánones “oficiales”, los cuales frecuentemente son diseñados por la crítica. Los aficionados no solo consumen cierta clase de films, sino que además se preocupan de elevarlos por sobre otras obras cinematográficas. Esta práctica usualmente queda demostrada mediante la construcción de listas, en las que se enumera un grupo de producciones con el afán de que otros les presten la atención que “merecen”. Si bien algunas de estas son construidas por revistas como por ejemplo “Fangoria”, que estableció los “cánones alternativos” en la década del ochenta, hoy en día los grandes responsables de la canonización de ciertos films son fanáticos comunes y corrientes, quienes aprovechan los medios de comunicación como el internet, para expresar sus gustos y sus opiniones con respecto a ciertas películas.

- La Política Económica de un Film de Culto: Si bien hoy en día es bastante común la construcción consciente de cintas de culto por parte de algunos cineastas, por lo general es gracias a un cúmulo de circunstancias involuntarias que puede ocurrir en uno de los niveles de producción, promoción, o recepción, que una determinada película se convierte en una obra de culto. Los films de culto generalmente son el resultado de algún “accidente”. Esto se refiere a que en ocasiones la gestación compleja, controversial, o dificultosa de una película que bien puede tener una trama profunda o superficial, tiene como resultado que esta adquiera otro cariz. Los detalles de cómo fueron realizadas cintas como “Caged Heat” (1974), “The Terror” (1963), “Psycho” (1960) o “Rope” (1948), se convierten en verdaderas leyendas, lo que eventualmente termina llamando la atención de un grupo de espectadores que las convierten en objetos de su afición. Sucede algo similar con las obras que están asociadas a realizadores y actores cuyas carreras han estado marcadas por infortunadas o curiosas situaciones. Es por esto que no es de extrañar que gran parte de la filmografía de Orson Welles, Bela Lugosi, o Terry Gilliam, sea encasillada dentro del cine de culto. Por último, dentro de lo que se refiere a los “accidentes” cinematográficos, cintas como “Waterworld” (1995), que han pasado a la historia como fracasos comerciales sin precedentes, también tienen una buena posibilidad de obtener credenciales de film de culto.


La promoción por otro lado, juega parte importante a la hora de presentar una película como digna de culto. Las artimañas o “gimmicks” que utilizó el director William Castle para promocionar gran parte de sus cintas, son parte del encanto de las mismas. En algunos casos, ciertas películas pasan a ser de culto debido a errores que tienen relación con escándalos al momento de su estreno, o a malas decisiones por parte de los distribuidores. Un buen ejemplo de esto fue lo que sucedió con “The Texas Chainsaw Massacre”, la cual en 1970 por algún extraño motivo, fue seleccionada para ser exhibida como un film de matiné para niños. Dentro de todo este proceso, juegan un papel importante los festivales y las exhibiciones especiales, como las ya mencionadas proyecciones de medianoche. En cierta forma, la poca disponibilidad de ciertas películas suele acarrearles cierto nivel de culto. En otras ocasiones, es la misma censura la que les otorga un estatus diferente. Los llamados “video nasties” han ganado la reputación de films de culto debido a que la distribución de estos fue prohibida en Inglaterra durante la década del ochenta. Dentro de este grupo se encuentran “Antropophagus” (1980), “The House by the Cementery” (1981), y “The Driller Killer” (1979), entre otras. Por último, existe una relación directa entre la recepción que tiene una cinta y el cine de culto. En la medida que un film determinado o un género en específico se mantenga en constante demanda a través de los años, los productores van a explorar las posibilidades de serializar algunas franquicias a través de secuelas o remakes, los cuales de una forma u otra, generan un mayor interés por la obra original. Las numerosas secuelas de “Friday the 13th” (1980), o la oleada de remakes hollywoodenses de producciones japonesas como “Ringu” (1998) o “Dark Water” (2002), le han otorgado a las cintas originales un nivel de atención prácticamente incombustible. Cumplen está misma función las retrospectivas, las restauraciones, las “ediciones especiales”, los spin-off, las sátiras y las “malas copias”, todas las cuales realzan la importancia de la obra original.

- El Estatus Cultural de un Film de Culto: Es común encontrarse con que los tópicos tocados por algunas de las llamadas cintas de culto, son por muchos considerados como inusuales o inapropiados. Si bien esto en ocasiones lleva a que dichos trabajos se califiquen como “extraños”, en algunos casos estos pueden llegar a herir las sensibilidades culturales de determinados grupos de personas, lo que tendrá como consecuencia que tanto los films como los involucrados en el mismo terminen siendo condenados o incluso perseguidos. Esto también tiene estricta relación con la distribución global que tienen dichas películas. Mientras que en su lugar de origen son consideradas como expresiones culturales que responden a los parámetros de “normalidad”, una vez que cruzan sus fronteras son consideradas como “Objetos Curiosos” que pueden llegar a provocar distintas reacciones dependiendo del lugar donde son exhibidos. Los thrillers policiales hongkoneses (“The Killer”, 1988), el manga japonés (“Akira”, 1988), el horror realista belga (“Man Bites Dog”, 1992), o el blaxploitation (“Shaft”, 1971), son buenos ejemplos de esto. De la misma forma, aquellas cintas filmadas en locaciones exóticas también provocan la curiosidad del espectador. Este es uno de los motivos por lo cual los largometrajes de Werner Herzog filmados en el Amazonas (“Aguirre, der Zorn Gottes”, 1972, y “Fitzcarraldo”, 1981) han logrado destacarse del resto de las historias fílmicas de exploración.


Por otro lado, la Sensibilidad Cultural de una cinta suele estar bastante relacionada con su reputación de objeto de culto. A menudo las cintas de culto deambulan en la delgada línea que está entre la exposición y la explotación de estas sensibilidades, dando la impresión que no solo abre un debate con respecto a ciertos prejuicios, sino que además los refuerzan. Por ejemplo, mientras que “Le sang des bêtes” (1949) ha ganado cierta reputación por plantear el tema de la crueldad animal, otros films como “Cannibal Holocaust” (1980) han sido nombrados de culto por haber sido censurados en varios países por contener escenas reales de crueldad animal. Y es que precisamente este es uno de los tópicos que junto a la misoginia, la mentalidad prejuiciosa de los pueblos pequeños, y las costumbres y ritos de las etnias no occidentales, parecieran repetirse a menudo en el cine de culto. Cintas como “Straw Dogs” (1971), “I Spit on Your Grave” (1978), o “Baise-moi” (2000), no tienen tapujos a la hora de retratar a las mujeres como meros objetos que están inexorablemente ligados a actos de violencia, lo cual les ha valido la atención de un grupo no menor de espectadores. Por otro lado, la representación de etnias no occidentales bajo un halo de misterio, seducción, inmoralidad, y salvajismo, también suele ser parte del estatus cultural del cine de culto. Los films de Tarzán, el cine mondo (cuyo mayor representante es “Mondo Cane”, 1962), o el soft-porn exótico (“Emmanuelle”, 1972), son ejemplos prototípicos de esto.

Pese a que estas producciones suelen ser denominadas como racistas, es destacable como algunas de ellas también presentan una actitud liberal acerca del rompimiento de tabúes, especialmente en lo que respecta a aquellos de índole sexual, mediante la promoción de “deseos ocultos” y fetiches. Y es que entre menos “políticamente correcta” sea una cinta, más posibilidades tiene de convertirse en una obra de culto. En ese sentido, “The Trip” (1967), “Le weekend” (1967), y “Zabriskie Point” (1970), son buenos ejemplos de cómo algunos films que celebran el uso de drogas, comportamientos “desviados”, o ideales políticos incendiarios, logran obtener un grupo fiel de seguidores. Como ha quedado establecido en este artículo, son varios los elementos que pueden definir que es un film de culto, como este ha llegado a obtener ese estatus, y como se comporta el público que suele seguir este tipo de producciones. La verdad es que no existen reglas definidas para que una película alcance ese estatus, a veces tan sobrevalorado por los fanáticos del cine, y con el correr de los años, de la impresión de que cada vez aparecen más cintas que terminan siendo encasilladas dentro del cine de culto. Y es que pareciera que eventualmente todo se reduce a los gustos de cada persona, y a la impresión que una determinada película deja en ella.


por Fantomas.
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